Sobre mÍ

Nací en Barcelona en 1983 y me licencié en Derecho por la Universidad Pompeu Fabra en 2006. Me inicié en el ejercicio profesional de la abogacía en ese mismo año, habiendo trabajado desde entonces en distintas firmas de reconocido prestigio en la ciudad de Barcelona, formándome y especializándome en las áreas de Derecho de Familia y Derecho Procesal Civil.

En 2018 trasladé mi residencia a Ibiza, y en la actualidad presto servicios jurídicos de forma independiente tanto en la isla de Ibiza como en Barcelona, contando en ambas localidades con despacho donde poder ofrecer atención directa y personal a mis clientes.

Estoy colegiada en el Ilustre Colegio de Abogados de Barcelona con el número 32.997, y hablo castellano, catalán e inglés.  Soy miembro de la Asociación Española de Abogados de Familia (AEAFA) asociado número 3654.

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FILOSOFÍA

Mi método de trabajo tiene como base una relación profesional y de confianza con mis clientes, y como objetivo lograr una solución satisfactoria para los problemas que me plantean. Ello se traduce en tres principios clave:

PROXIMIDAD: Desde la primera visita ofrezco a mis clientes una atención directa y un trato cercano, accesible, con el objetivo de que éstos reciban no sólo una asistencia jurídica de calidad, sino también el correspondiente acompañamiento personal a lo largo de mi intervención profesional en el asunto encomendado.

TRANSPARENCIA: Tras el primer contacto y análisis de la situación planteada, elaboro a cada cliente un presupuesto individualizado, claro y detallado, y efectúo una valoración de los riesgos y posibilidades de éxito a fin de que pueda tomar todas las decisiones de manera informada y sin sorpresas. A lo largo de todo el proceso se establece con el cliente una comunicación permanente, de forma que pueda conocer en todo momento el estado del asunto y estar al corriente de todas las actuaciones que se llevan a cabo.

EFICIENCIA: Siempre que las circunstancias del caso lo permitan, intento priorizar la vía de la negociación y el diálogo para alcanzar una solución pactada que resulte satisfactoria y de menor coste, tanto económico como emocional, para el cliente. Si, agotada la vía del consenso, es preciso pasar a la fase contenciosa, la estrategia y objetivos se deciden con el máximo rigor técnico y siempre en función de las mayores garantías de éxito, optimizando así los recursos.